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EL POLLO
El consumo mundial de carne de pollo se ha doblado en los últimos 15 años, pero esta revolución gastronómica no ha sido casual. Factores tan variados como la alta velocidad de crecimiento del ave, su menor coste de producción en comparación con el de otras especies ganaderas, un precio asequible para el consumidor, así como sus características dietéticas y culinarias, que casan perfectamente con los requerimientos alimenticios de la sociedad moderna, han llevado a este tipo de carne a un lugar preferente entre las demandas del consumidor. La carne de pollo contiene poca grasa y es fácil de digerir, lo que la hace recomendable tanto para jóvenes como para ancianos. Por otro lado y desde el punto de vista comercial, las empresas cárnicas han realizado notables inversiones económicas con el fin de ofrecer al mercado cortes y presentaciones atractivas, de pequeño formato y de fácil preparación en la cocina. A lo anterior se une la ventaja de ser una carne blanca, con poco contenido graso, lo que la convierte en el plato de elección para cualquier régimen dietético. Además se ha conseguido, lograr un pollos con mayor rendimiento de partes nobles (muslos y pechugas), con menor cantidad de grasa y más resistentes a las enfermedades. Y sobre la base de estos nuevos tipos de aves, los nutricionistas han tenido que modular las formulaciones de piensos, haciéndolos cada vez más concentrados. Por otro lado, y de forma contundente, el consumidor ha determinado nuevos requerimientos a la producción de alimentos de origen animal. Exige carnes seguras desde el punto de vista higiénico- sanitario y exige control y trazabilidad en la producción de alimentos. |
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